martes, 10 de enero de 2012

Cómo conseguir que los niños coman verduras


Quienes decidieron en su día tener hijos saben bien que tal osadía tuvo como consecuencia que una sombría incertidumbre sustituyera en la primera línea de sus desasosiegos a todas aquellas que hasta entonces habían sido centro de sus reflexiones. De las consabidas “¿Dios existe?” o “¿Estamos solos en el Universo?” pasaron irremediablemente a lidiar con el más espantoso de los dilemas: “¿Cómo demonios hago para que este condenado crío se coma las espinacas?”.


Exacto. La mayoría de los niños detestan comer verduras. Ellos no tienen la culpa, evidentemente... Pero los adultos, aun estando sin duda obligados a no capitular ante los obstáculos que plantea la necesidad de procurar a nuestros descendientes una alimentación saludable, podemos consolarnos comprendiendo que la verdadera responsable de esta pesadilla es una maldita cosa llamada TAS2R38. 

¿Quién es TAS2R38?  

Cierto es que con los años la repulsión que nos producen las verduras tiende a moderarse y finalmente desaparecer, pero tal certeza no resulta de gran ayuda para tantos padres y madres angustiados ante los insoslayables escollos que encuentran a la hora de alimentar correctamente a sus hijos. Necesitan conseguir que los críos coman vegetales ahora, y no les sirve de alivio el abrazo desapasionado de quiméricas predicciones. 

La Ciencia no es indiferente a las disyuntivas profanas, tal y como con frecuencia imaginamos. Prueba de ello es el hecho de que la enemistad irreconciliable que existe entre los niños y las verduras se haya convertido en núcleo de las más arduas investigaciones de biólogos, filósofos y psicólogos. 

Científicos del Monell Chemical Senses Center de Filadelfia parecen haber hallado solución al enigma. Y, como era de esperar, la respuesta (como la belleza) está en nuestro interior..., aunque, irónicamente, tenga nombre de androide: TAS2R38

TAS2R38
Este gen es el responsable de la aversión que sienten nuestros pequeños por los sabores amargos. Al parecer, la presencia del estúpido TAS2R38 tiene un gran impacto en las preferencias gastronómicas de los niños. Será verdad, si ellos lo dicen. 

Sin ánimo de deslucir la encomiable obra de tan respetables investigadores (mucho más extensa y compleja de lo que pudiera imaginarse), debemos ser conscientes de que no todas las verduras tienen sabor amargo. Y nunca olvidar que existen otros componentes en nuestro patrimonio genético tan sabios y poderosos como pueda serlo este exótico y taimado elemento llamado TAS2R38.

Cómo conseguir que los niños coman verduras 

Incentivos, coacciones, amenazas e hipnosis se han mostrado útiles a tal efecto a lo largo de la historia, pero no dejan de ser estrategias cuyos daños colaterales, antes o después, acabarán haciéndonos sentir culpables. Todos recordamos aquella campaña publicitaria televisiva que hace pocos años puso en funcionamiento cierta cadena de electrodomésticos: una joven madre ensalzaba las relevantes cualidades de su nuevo frigorífico advirtiéndole a su hijito: “Pues te las comerás mañana”..., mientras veíamos a un pobre niño presa de una especie de trance semi-catatónico a escasos centímetros de un plato de acelgas (o espinacas, nunca se aclaró este punto) que más bien parecía ser el resultado de haber hecho pedazos un sombrero tirolés. 

Existen otras alternativas, por supuesto. Quizá no sea yo el más indicado para dar consejos, teniendo en cuenta mi destreza en lo concerniente a cometer errores; sin embargo, estoy convencido de que los sencillos trucos que os propondré a continuación os resultarán bastante útiles cuando la situación sea del todo insostenible.


Cinco truquillos eficaces


1.- Presentación festiva. La primera impresión es la que cuenta, especialmente a la hora de comer. Nuestros platos de verduras tienen que resultar atractivos, alegres, luminosos. El genial chef británico Jamie Oliver explicó en cierta ocasión los motivos por los cuales la mayoría de los niños ingleses detestan las ensaladas. Fiel a su estilo risueño y elocuente, el gran Jamie sintetizó frente a las cámaras de televisión los enigmas inescrutables de una receta a la que él mismo dio nombre: “hojas insípidas de lechuga iceberg con aliño aguado”. Algo realmente poco apetitoso. 

2.- Evitar a los niños exposiciones traumáticas al mundo de los vegetales. Sabiendo que la mayoría de las coles desprenden durante su cocción efluvios de características olfativas análogas a los generados por un trastorno aerofágico, procuremos hervir dichos productos mientras los críos están en el colegio. No resulta muy tentador hincarle el diente a algo cuyo aroma asocias con la red de alcantarillado.


3.- Incluir vegetales en platos que sean de su gusto. Pizzas, lasañas, platos de pasta o arroz, tortillas, gratinados... El universo de las verduras es amplísimo...; y las ceremonias de acoplamiento gastronómico entre ellas y otros ingredientes tienen como resultado un recetario inagotable.   


4.- Investigar el paladar del enanito. Es imposible que ninguno de los vegetales que habitan el planeta sea de su agrado. Ensayo y error, amigos. Quizá descubráis casualmente que al "jodío niño" le entusiasman determinados productos que jamás se os ocurriría ofrecerle simplemente porque a vosotros no os gustan. Pensad que por mucho que vuestros hijos se os parezcan, cada quien es cada cual. 


5.- Punto de cocción adecuado. Aunque esto parezca subjetivo, lo cierto es que la mayoría de las verduras pierden vitaminas y prestancia si la cocción es muy prolongada. Es probable que a nuestros pequeños no les entusiasme el sabor de la col lombarda, pero asegurémonos al menos de que no tengan la impresión de estar comiéndose la falda escocesa del príncipe de Inglaterra.




En fin... Paciencia. Prometo dedicar algunos de los próximos capítulos de este espacio a la recopilación de recetas sorprendentes en las cuales las verduras serán protagonistas: pimientos rellenos con cobertura de mozzarella y orégano, falsos tallarines de calabacín, flores de brócoli rebozadas... Vuestros niños comerán verduritas, os lo aseguro. A Dios pongo por testigo.


Fotografías: Cristian Ordenes, Laurent Nguyen & Antonio del Olmo 


8 comentarios:

María Sánchez dijo...

A pesar de que no tengo niños y de que suelen gustarme bastante las verduras, estoy deseando leer, y sobre todo preparar, esas recetas de verduritas que prometes. Las espero impaciente.
En otro orden de cosas (sé que esta frase te encanta) ME ENCANTA el TAS-yo-no-sé-cuantos que has dibujado. Parece un caballito de mar. Y gracias a él he descubierto porqué no me gusta la cerveza...
Un abrazo.

Antonio del Olmo dijo...

Gracias, María, amiguita querida. El TAS quedó chulo, pero lo que yo pretendía dibujar era un portero de hockey sobre hielo. Y de pronto comprendí que estaba dibujando el gen que hace que no nos gusten las verduras... ¿Por qué no te gusta la cerveza? Eso sí que es dramático...

María Sánchez dijo...

Una tragedia, lo sé. Pues no me gusta porque es amarga. Culpa del caballito, es decir, reminiscencias de mi infancia, supongo. Y te juro que me he esforzado, pero no hay forma...

Otra cosa a la que llevo dándole vueltas un tiempo: ¿Habría alguna forma de que uno de tus super dibujos coloridos y tridimensionales adornen la pared del salón de mi casa? Pagaré lo que sea (siempre quise decir esto).

Candela Vizcaíno dijo...

Querido Antonio, tengo que confesar que me he leído tu post desde el principio hasta el final y que he disfrutado con tu sabiduría culinaria, fino humor, devastadora ironía y manejo de las palabras, pero me gustaría hacer una aclaración: hay niños que Sí comen verduras. Tengo una pequeñaja de 2 años y medio y lleva comiendo ensaladas desde los 18 meses. Por supuesto, los purés desde mucho antes. Y... es uno de sus platos favoritos!!! Esto de las verduras es como todo en la vida: que hay que hacerlas con mucho amor, sin torturar a la familia, haciendo que la comida sea una experiencia placentera. Como muy bien dices, con "una lechuga sosa y un aliño aguado" no se va a entusiasmar ni un niño ni un adulto. Si a eso le añadimos que los pequeñajos suelen ser bastante gourmets, pues apaga y vámonos. Hoy, sin ir más lejos, mi niña se ha comido un bol completo de una rica ensalada. Le encanta, sobre todo, el aguacate, el tomate, los brotes de soja, las peras (en la ensalada), el maíz, las endivias (que son un pelín amargas), el mango... No sé si me experiencia servirá a algunos padres, pero las verduras son igual de ricas (o más incluso) que otro grupo de comidas. Dicho esto, coincido con María: estoy deseando leer (y hacer) tus recetas. Un beso.

María Eugenia dijo...

Hola Antonio:
Es muy curioso que los niños tengan aversión por las verduras, sobre todo porque durante la ablactación y la incorporación de los chicos a la dieta familiar, que son las etapas en las que se forma el gusto, lo más común es incluir verduras, en forma de papillas primero y ralladas y combinadas con otros alimentos, como bien lo señala Candela. Creo que es más producto de la flojera y la falta de imaginación las que provocan el abandono de un delicioso hábito. Ansío leer tus recetas para activar mi menguada imaginación.
Te comento que cuando mis hijos iban a la primaria e invitaban a comer a sus amigos, éstos hacían gestos ante una crema de calabaza u otra verdura sin probarla pero cuando daban la primera cucharada cambiaban totalmente su actitud y hasta me pedían que volviera a invitarlos. Por otro lado, habrá que crear personajes que coman verduras y sopa, porque Popeye ya pasó a la historia y Mafalda está muy arraigada.
Un cariñoso abrazo.

Antonio del Olmo dijo...

Pues sí, Candela, existen niños que comen verduras sin ningún problema, y esto suele estar relacionado con ese interesante concepto que apuntas: la ceremonia de "comer" es una fiesta que da comienzo cuando la cocinera o el cocinero se pone el delantal.

Maria Eugenia, es cierto que a medida que los niños crecen, los padres y madres nos volvemos más perezosos y menos estrictos en lo que se refiere a su alimentación, y aquellos buenos hábitos quedan en el olvido. No debería ser así, pero así es. Por otra parte, eso que comentas acerca de crear personajes "vegetadictos" estaría muy bien, aunque habría que hacerlo con cautela: los peques son muy listos...

Besos para las dos.

orlando dijo...

Amigo Del Olmo: Yo logré varias veces que mi hija, de pequeña, comiera su puré. Se lo engalanaba de tarde con un cucurucho, y la presentación oficial de "helado de papa"
Todo es cuestión del cristal con que se mire, dijo una vieja,...

Antonio del Olmo dijo...

Ampuero, tu propuesta culinaria me parece brillante e innovadora. Deberías patentarla, antes de que a Ferrán Adriá "se le ocurra la idea".